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Hallados los restos de un ejército persa perdido en Egipto.

Hallados los restos de un ejército persa perdido en Egipto.
Según el historiador griego Heródoto, el rey persa Cambises, tras la conquista y la anexión de Egipto, envió un ejército de cincuenta mil hombres desde Tebas al oasis de Siwa con el objetivo de destruir el oráculo de Amón localizado en este enclave. Con esta expedición de castigo, Cambises pretendía dar un ejemplo de lo que sucedería a todos aquellos egipcios que no aceptaran el poderío persa y la sumisión a sus reyes.

Los sacerdotes de Amón habían constituido uno de los principales focos de resistencia a la anexión de Egipto por parte del Imperio Persa, y el rey consideró que eliminando este foco de poder independiente tan prestigioso, su hegemonía quedaría consolidada de forma definitiva. Sin embargo, tal como afirma el historiador de Halicarnaso, la expedición persa desapareció en el desierto y no nunca llegó a su destino, perdiéndose por causa de una violenta tormenta de arena que, según interpretaron los egipcios, fue enviada por el dios Amón para castigar a los sacrílegos persas que pretendían destruir su santuario.

Tras más de dos milenios de que estos acontecimientos tuvieran lugar, un equipo de arqueólogos de la Universidad de Lecce, dirigidos por Dario del Bufalo y los hermanos Castiglioni, dice haber encontrado las pruebas arqueológicas de que la desaparición en el desierto del ejército enviado por Cambises fue una realidad histórica. Por el momento, sólo ha trascendido el hallazgo de una cantidad indeterminada de armamento de bronce, así como una gran cantidad de restos humanos en lo que parece haber sido un refugio contra las tormentas cuya cronología puede coincidir con el relato de Heródoto, datado en el año 525 a.C.

Los hermanos Castiglioni dicen estar convencidos de haber encontrado pruebas irrefutables de que el ejército de Cambises fue aniquilado en ese punto concreto, y no en otros lugares en los que, desde hace ya casi dos siglos, los arqueólogos han excavado de forma infructuosa. El nuevo enclave fue descubierto por ambos arqueólogos tras estudiar los mapas antiguos y lanzar la hipótesis de que el ejército persa bien pudo optar por otro camino diferente del habitual entre Tebas y el oasis de Siwa, lo que explicaría el fracaso de todas las expediciones arqueológicas anteriores a la suya. La intención del ejército persa al tomar este ruta alternativa pudo haber sido evitar el camino más transitado y, en consecuencia, mejor defendido por los egipcios, con el objetivo de lanzarse sobre el oasis de Siwa sin haber tenido que combatir a lo largo de todo el camino. Sin embargo, en lugar de encontrarse con una vía libre de enemigos, se toparon en su camino con el adversario más formidable de todos: el propio desierto. Según muestra la dispersión del armamento hallado en las inmediaciones del yacimiento, algunos soldados pudieron haber tratado de huir del refugio, desesperados ante la violencia de la tormenta de arena, para tratar de llegar a uno de los oasis cercanos. Aunque alguno de ellos pudo haberlo conseguido, la mayoría acabaron engullidos por el desierto.

De confirmarse este hallazgo, estaríamos ante una de las escasas ocasiones en las que la arqueología es capaz de confirmar una noticia del historiador Heródoto, un autor al que se ha achacado desde la propia Antigüedad una gran capacidad de inventiva y un escaso apego a la realidad histórica.

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